El faro que encara la bahía desde el Cap de Sant Antoni fue sucesor de otras construcciones defensivas que aprovecharon la privilegiada situación de la planicie. Los eremitas la erigieron para aislarse de la vida mundana y así, en su honor, fue levantada en el siglo XIV la ermita de San Antonio, que acabó dando nombre al accidente geográfico. También fue ocupado su suelo por una torre vigía erigida para defenderse de las incursiones de piratas, construcciones que dieron lugar al actual faro. Este mirador es, sin duda, uno de los escenarios más privilegiados del litoral valenciano. En él existen dos microreservas vegetales, una en su acantilado Norte y otra en l´Illot de la Mona, a los pies del Cabo.